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lunes, 20 de junio de 2011

El tiempo esta cambiando, demasiado, sobre todo en estas últimas semanas, que tan pronto me veo en la gran isla, como planeando un próximo verano a mi vuelta. Nunca había sentido tanto vértigo ante el paso de los días, nunca había estado tan asustada y, a la vez, entusiasmada. Cuanto más pierdes, más valoras cada acontecimiento positivo. Y, últimamente, no hago más que sumar y sumar planes y expectativas que me llenan completamente. Tantos que me faltan dedos para contarlos. Es inevitable sentirse bien, supongo.
Como inevitable echar de menos; hecho que, en el fondo, es bonito. Echar de menos significa haber querido mucho y muy fuerte, hasta llegar a notar ese sentimiento como parte inherente de ti. Hasta tomar a las personas como extensiones de uno mismo. ¿Acaso eso no es bueno?

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