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jueves, 23 de agosto de 2012


Me suelto al abismo, desprendida del miedo,
ya nada importa mas que alcanzar de tus manos y de tu boca
el delicioso momento de la pequeña muerte.

Me someto a tu tortura mas mezquina para por fin,
alcanzar el instante milagroso.
Te pido inescrupulosa que abundes en mi cuerpo,
atacando profundo y sin piedad, para llevarme,
a solas,
a la forma mas impensada de sentir.

Te suplico, te imploro.
Te grito que veas, que me mires irme,
enloquecida, ciega y aturdida,
a la parte mas alta de la gloria.

Una implosión me alcanza completa,
pierdo en esos segundos la conciencia y solo entiendo en ella,
que muero. 

Que me sueltes, que me dejes ir, llegar.
No hallo como mostrarte que en ese instante puedo volar,
hundirme, morir y volver a nacer.

No encuentro la manera de llevarte conmigo,
de que vengas, que me veas.

Te lo pido, lo grito,
quiero que sientas la muerte que se me adueña,
que me deja loca.

Por fin me desprendo, se me abre el cuerpo,
algo me convoca a lo lejos,
a ser aire como parte del universo.

Exploto literalmente, pierdo los cinco sentidos,
Me desprendo
Me libero.
Vivo,
y luego
muero.